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Literatura Salvadoreña.

La literatura salvadoreña es la acaecida a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Con anterioridad a esa fecha, el actual territorio salvadoreño formaba parte de otras entidades políticas, razón por la que carece de sentido hablar de una identidad propia que aspirara a expresarse literariamente. No fue sino a partir del triunfo liberal que una élite de intelectuales asumió la función de conciencia nacional, y con ello, fundó el espacio de una cultura nacional donde la literatura tendrá una participación protagónica.

 

Las primeras publicaciones en El Salvador fueron de tipo periódicas, aunque se tienen los primeros antecedentes de los primeros libros publicados durante La Colonia. Sin embargo, El Semanario político-mercantil de San Salvador, registra en algunas de sus páginas los primeros poemas, sin ninguna clase de firma, pero con temas de la localidad. Fuera de ese hecho, la crítica considera a Miguel Álvarez Castro como el primer poeta salvadoreño a nivel cronológico, en ese sentido, el conocimiento de los antecedentes tanto de la cultura prehispánica, como de La Colonia, servirán para constatar las influencias primigenias y el sentido fundamental de la creación literaria en El Salvador.

 

La literatura durante La Colonia

 

En los siglos correspondientes a La Colonia hubo un florecimiento literario considerable en la metrópoli ibérica; reflejo de lo cual, también en las posesiones americanas se verificó un notable cultivo de las artes, especialmente la arquitectura, la plástica y la música. Existieron, sin embargo, obstáculos importantes para un despunte comparable en la literatura. Entre ellos resaltaba el celo con que la autoridad religiosa controlaba las vidas de sus feligreses recién convertidos al cristianismo. El cultivo de la palabra debía estar al servicio de la fe y bajo el cuidadoso escrutinio de sus guardianes.

 

El territorio salvadoreño se encontraba lejos de los centros de cultura. Se puede conjeturar que la literatura habría gozado de adeptos entre reducidos círculos de criollos cultos, pero de ello apenas existe evidencia, y cuando la hay, confirma que su cultivo tuvo un carácter esporádico, efímero y hasta accidental. Ejemplo de los últimos es el caso del andaluz Juan de Mestanza, quien ocupó la Alcaldía Mayor de Sonsonate entre 1585 y 1589, mencionado en El viaje al Parnaso de Miguel de Cervantes. Las investigaciones de Pedro Escalante y Carlos Velis revelan que en los años de la Colonia hubo una considerable actividad teatral, parte central del entretenimiento popular en las festividades de los asentamientos de regular importancia. Durante estas fiestas se representaban piezas de tema religioso o comedias de propósito educativo, aunque de vez en cuando se representase la creación del origen americano según las versiones indígenas.

 

Literatura en el Siglo XX

 

Durante las primeras décadas del siglo XX el influjo del modelo literario modernista siguió predominando, aunque se vislumbraban nuevos rumbos. El modelo de modernización cultural liberal pareció consolidarse bajo el efímero gobierno de Manuel Enrique Araujo, presidente que gozaba de apoyo entre la intelectualidad y que parecía comprometido con una política de fomento científico y artístico. Araujo intentó dar una base institucional más sólida al modelo de sociedades científico-literarias con la fundación del Ateneo de El Salvador (asociación para el estudio de la historia y las letras nacionales), pero este impulso se truncó con el atentado que le costó la vida en 1913.

Con sus sucesores, la dinastía Meléndez-Quiñones, el camino hacia el progreso apareció ensombrecido por el retorno de males de tiempos pasados: nepotismo, intolerancia y clientelismo; persiguiendo especialmente a la clase intelectual.

 

 

 

Historia del Arte C.A. y El Salvador 2016

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